“MUERTO MI PADRE, TENDIDO FRENTE A MÍ. YA DURO. FRÍO DE MUERTE. MI PADRE NO VEÍA NI ESCUCHARÍA NADA DE TODO ESO QUE HASTA ENTONCES HABÍA SIDO NUESTRO MUNDO, SU MUNDO, DÍA A DÍA UN HORIZONTE, O CIELO, Y AHORA TODO QUEDABA EN PALABRAS. EN SUEÑOS Y EN PALABRAS, EN LOS RASGOS DE MI CARA Y EN LA BOCA DE MI LENGUA.
MUERTO MI PADRE SE ABRÍA LA TAPA DEL CIELO Y QUEDÉ A LA INTEMPERIE. MI MIRADA, LO ENQUISTADO DE MI PÉRDIDA CAYÓ JUSTO AHÍ Y EN MI FORMA DE HABLAR. PODÍA TENER LOS OJOS ABIERTOS Y NO VER, COMO CIEGO ME HABÍA QUEDADO CONTEMPLANDO UNA INMENSIDAD QUE POR ENTONCES ESTABA VACÍA DE PALABRAS. UNA LEJANÍA SINGULAR ME ABRAZÓ POR LA NUCA. HABÍA PERDIDO”. Pablo BeteluFragmentos de “Nocaut”